miércoles, 23 de mayo de 2012

La necesidad de no olvidar...

Muchas tradiciones secretas, vías espirituales, religiones, de Oriente y Occidente, por no decir todas; han perdido parte de la esencia que un día les hizo ser mas o menos vías verdaderas, creo que entre otros motivos, hay uno que se repite en todas y es el hecho de haber "perdido" su Historia, intencionadamente o no. Los aikidokas tenemos la suerte de tener una historia muy cercana, al alcance de la mano, y podemos beber de fuentes casi directas, por lo que deberíamos hacer un esfuerzo por no "perder" o por no dejar que otros "nos pierdan" esa historia.

Tori: Carlos Ruiz
Uke: Juan Carlos Pantoja
En relación con el Aikido la idea seria "no olvidar" su origen, queramos o no la historia del aikido es la historia de O’Sensei, quien en su evolución marcial paso por todos los extremos de la marcialidad, desde la mas violenta y destructiva a la mas constructiva y unificadora, y me atrevería a asegurar que esto ultimo no se hubiera dado sin lo primero, aunque también seguramente no estuviera nada orgulloso de muchas cosas que hizo; esto no quiere ser en ningún momento una apología de la violencia como vehículo de inspiración hacia la iluminación..., sino todo lo contrario, como ya veremos.

Cuando lo que pretendemos es realizar un aikido verdadero, fiel al espíritu que el Fundador encontró y difundió en sus últimos años, creo que debemos tener cuidado, cuando realizamos cualquier técnica y le intentamos dar una cierta suavidad y fluidez, corremos el riesgo de no proyectar ki y la unión no se realiza; nos movemos imitando un movimiento de pies y manos pero sin sentido, sin proyección, mas parecido a un baile de pueblo que a una técnica de unión espiritual, por lo tanto es necesario saber y no olvidar nunca el sentido que todos esos movimientos tuvieron, para poder realizarlos con proyección de Ki y así el Aiki se realice.

Hay muchos ejemplos, los te-sabaki, muchos de ellos provienen de movimientos con la espada, al desenfundar, al hacer kesa-giri, sihonage, etc. Los agarres que realizamos todos tienen una evolución realizada a base de una lógica marcial, unos controlan la mano que quiere desenfundar…etc. Esta lógica marcial fue desarrollada por Samuráis que mataban, y cuanto más sabían más y mejor mataban. Desde la postura de hanmi, pasando por los desplazamientos, la posición centrada, etc etc... Todo tiene su infrahistoria, su "aquel" que diríamos. Pues aunque quitemos mucha de esa intención marcial y por su puesto toda la violencia al movimiento, la lógica marcial iniciadora de la evolución de muchos de ellos nos ayuda a recordarlos, a darles una cierta intención y una cierta proyección de ki

Una diferencia fundamental que existe entre el Aikido y otras vías es que para llevarlo a cabo es necesario el concurso de al menos dos personas, y que además tengan la intención de comunicarse entre ellos en grado de unión.

Siempre que se juntan dos personas se establece una comunicación mas o menos fluida, el grado de fluidez de esa comunicación nos va a dar una multitud de niveles de acción e interacción: Estar sentados y solo escuchar la respiración…, mirarse a la cara…, tener una amena conversación…, tocarse…, pasear…, bailar una canción…, hacer aikido…, hacer karate…, tener una pelea callejera… etc. La diferencia fundamental estriba en la intención que tenemos al comunicar con otro.
Por mucho que nos sintamos orgullosos de decir que el aikido es distinto, que lo es, que esta desprovisto de violencia, o debiera estarlo, y que lejos de ser una evolución de otras artes marciales es algo nuevo e innovador, creo que en cierto modo lo que es realmente cierto, es que es otra manera de comunicarnos, como he dicho antes en grado de unión, la violencia seria una comunicación en grado de desunión, o sea el otro polo, que como el yin y el yan no pueden existir el uno sin el otro, a este respecto mi humilde conclusión es que el aikido es un arte marcial que en su evolución hacia la espiritualidad se fue desprendiendo de la suciedad que la violencia le producía y en ese trascurso surgió la iluminación, descubriéndose algo diferente a lo existente, un paso mas allá de lo conocido en ese terreno de las artes marciales. Creo que no es malo saber, que la violencia existe, que no es intrínsecamente malo tener una pistola, sino el uso que de ella hagamos; el libre albedrío que tenemos los humanos nos lleva a tener que ser consecuentes y responsables de nuestras decisiones, nos lleva a tomar caminos, a realizar acciones, a comunicarnos con los demás y con nuestro entorno y todo lo que hacemos viene marcado por la Intención, no por el Conocimiento. Como reza el dicho "la flor de Loto nace del fango", y creo que seria malo olvidar que nace del fango... y bueno recordarlo.

Fuente: mi compañero aikidoka Carlos Ruiz de Pablo - Nidan - 


martes, 22 de mayo de 2012

Las AA.MM como filosofía de vida


Las artes marciales, denominadas también sistemas de lucha, consisten en prácticas y tradiciones codificadas cuyo objetivo es someter o defenderse mediante una técnica determinada. En este sentido, la historia de los sistemas de lucha se remonta a los orígenes de la humanidad. Sin embargo, es a partir del siglo XIX cuando surge el concepto moderno de artes marciales. Asimismo, en la actualidad las artes marciales orientales aúnan un código ético preciso que tiene sus raíces en el confucionismo chino, el sintoísmo japonés y la espiritualidad del budismo zen. 

Pero, ¿Qué aportan las artes marciales? ¿Cómo pueden ayudar al desarrollo personal? ¿Están todas destinadas al combate físico? ¿Cuáles son los sistemas de combate deportivo más desarrollado en el siglo 21? ¿Podemos considerar a las artes marciales como una filosofía de vida?

   

Para responder a estas y otras cuestiones tenemos con nosotros a Jordi Serra, profesor de Tai Chi, experto en Aikido y Chi Kung, y director de la escuela UBK, a Cesar Córdoba, 3 veces campeón mundial de Muay Thai y 2 veces campeón de España de boxeo, y a Salvador Badillo, maestro de artes marciales y sistemas de combate por la Federación Internacional de Artes Marciales, 6º Dan de Aikido, grado de maestro en la disciplina de defensa de elite y técnicas de intervención policial, profesor del centro Sento Dojo y autor del libro “Bendito Karma” de la editorial Luciérnaga.

Fuente: ABC PUNTO RADIO


domingo, 20 de mayo de 2012

En búsqueda de la simplicidad

El todo en todo

Cuando Ketu completó doce años de edad fue enviado a un maestro, con el cual estudió hasta completar sus veinticuatro. Al terminar su aprendizaje, volvió a su casa lleno de orgullo.
Su padre le dijo:
- ¿Cómo podemos conocer aquello que no vemos? ¿Cómo podemos saber que Dios, el Todopoderoso, está en todas partes?
El chico comenzó a recitar las escrituras sagradas, pero su padre lo interrumpió:
- Esto es muy complicado; ¿no existe una forma más simple de aprender sobre la existencia de Dios?
- No que yo sepa, padre mío. Hoy en día soy un hombre culto, y necesito de esa cultura para explicar los misterios de la sabiduría divina
- Perdí mi tiempo y mi dinero enviando a mi hijo al monasterio - se quejó el padre.
Y cogiendo a Ketu por las manos lo llevó a la cocina. Allí llenó una vasija con agua y mezcló un poco de sal. Después salieron a pasear por la ciudad.

Cuando volvieron a la casa, el padre pidió a Ketu:
- Trae la sal que coloqué en la vasija..
Ketu buscó la sal pero no la encontró, pues ya se había disuelto en el agua.
- Entonces,¿ ya no ves la sal? Preguntó el padre.
- No. La sal está invisible.
- Prueba, entonces, un poco de agua de la superficie de la vasija. ¿Cómo está?
- Salada.
. Prueba un poco del agua del medio. ¿Cómo está? 
- Tan salada como la de la superficie.
- Ahora prueba el agua del fondo de la vasija y dime que gusto tiene.
Ketu la probó y el gusto era el mismo que antes.
- Has estudiado tantos años y no consigues explicar con simplicidad como Dios es invisible y está en todas partes –dijo el padre. – Usando una vasija de agua y llamando “sal” a Dios, yo podría hacer entender eso a cualquier campesino. Por favor, hijo mío, olvida la sabiduría que nos aleja de los hombres, y vuelve a procurar la inspiración que nos aproxima.

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