Este texto es un clásico en los espacios de la Red, pero me gusta mucho releerlo, y por eso hoy, lo comparto con vosotr@s...
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Aprovechando el título de esta sección mensual quiero dedicar esta segunda entrega al concepto Shin-Gi-Tai, el espíritu (Shin), la técnica (Gi) y el cuerpo (Tai). La unificación de estos tres elementos esenciales ayuda a mejorar tanto los resultados de la práctica de las artes marciales tradicionales como el carácter del practicante. En una entrevista al maestro Kai Kuniyuki que se publicó en el nº 206 de la revista EL BUDOKA, manifestaba sobre este concepto: "El Budô es un método para conocerse a sí mismo, para llegar a ser una persona recta, ideal para los otros. Cuando se practica Budô se debe estudiar el espíritu de las artes marciales que se resume con Shin-Gi-Tai".
Con el ideograma Shin los japoneses se refieren al espíritu, a la mente, que se relaciona con la madurez de la persona. El objetivo de la práctica del Budô es conseguir un espíritu noble y correcto. El primer fruto que nos proporciona una correcta práctica es la obtención de una base moral, que nos facilitará la posibilidad de encarar diferentes dificultades con un autocontrol y un equilibrio mental y espiritual. El objetivo es que tengamos las herramientas necesarias para poder autocontrolarnos y para poder controlar al adversario. Obtener un espíritu fuerte y resolutivo, un carácter perseverante; alcanzar la posibilidad de tener una decisión rápida y correcta ante las situaciones en las cuales nos encontramos, sin olvidar que la facultad de la prudencia y la paciencia deben ser un objetivo en el practicante del budô.
El Gi, que también se puede pronunciar como waza, representa la técnica y la habilidad. Es la parte de las artes marciales que nos proporciona la capacidad para ser efectivos, la capacidad de mejorar la parte técnica, la defensa personal para aquellas disciplinas que tengan este tipo de vertiente.
Tai, que significa cuerpo, representa la eficacia del cuerpo en el movimiento, la energía que se emplea en la acción. En las artes marciales tradicionales japonesas son numerosos los diferentes movimientos del cuerpo, distintas partes del cuerpo son empleadas en diferentes tipos de movimientos. Tanto los ejercicios preparatorios como la práctica de las técnicas en sí han de proporcionar un cuerpo ágil y flexible, los músculos y los huesos más fuertes y el refuerzo de los órganos internos.
Sólo con un equilibrio total de estos tres elementos puede conseguirse que la práctica de las artes marciales sea positiva, efectiva, ideal. La correcta evolución en las artes marciales tradicionales japonesas es aquélla que comporta la comunión de las evoluciones física, psíquica, espiritual, moral y unos amplios conocimientos técnicos. Que fluya en el practicante de Budô la capacidad de dominar al oponente por tener una actitud correcta del cuerpo y del espíritu a través de la técnica justa para aquel instante y aquella acción.
Es de gran interés que los practicantes obtengan una mente libre, despierta, efectiva, rápida. Un espíritu valiente, intrépido, humano, lleno de virtudes morales, condescendiente con los otros y rígido con uno mismo. Que obtengan las herramientas necesarias para trabajar, tanto física como psíquicamente en el camino de la superación personal. Sin olvidar el aspecto físico, un espíritu positivo y una mente abierta y despierta, un intelecto cultivado en un cuerpo mermado no da un resultado óptimo. El cuerpo tiene que estar preparado hacia el equilibrio físico.
Lo que cuenta en la práctica de las artes marciales tradicionales japonesas es el equilibrio físico, mental, espiritual y técnico, aspecto totalmente extrapolable a la vida cotidiana. El equilibrio es siempre un concepto positivo, como se podrá ver en otros textos de esta sección.
Autor: Pau-Ramón Planellas, delegado Nippon Budo In Seibukan, imparte sus enseñanzas en el Dojo Shintaikan