La economía ideal une lo espiritual y lo material, y las mejores mercancías con las cuales comerciar son la sinceridad y el amor.
El Arte de la Paz no se apoya en armas ni en la fuerza bruta para triunfar; en lugar de eso nos afinamos con el Universo, mantenemos la paz en nuestros ámbitos, nutrimos la vida y evitamos la muerte y la destrucción.
En Wakégõri, un distrito de la provincia de Iyo, se yergue un cerezo famoso y antiguo, llamado Jiu-roku-sakura, “el Cerezo del Día Decimosexto” porque todos los años florece el día decimosexto del primer mes (según el antiguo calendario lunar), y sólo ese día. De modo que la época de su florecimiento es durante el Gran Frío, pese a que el hábito natural de un cerezo consiste en aguardar hasta la primavera antes de aventurarse a florecer. Pero el Jiu-roku-sakura florece gracias a una vida que no es la propia, o que, al menos, no lo era originalmente. El espíritu de un hombre habita ese árbol.
ResponderEliminarEra un samurai de Iyo, y ese árbol crecía en su jardín y solía dar flores en la época habitual, o sea, hacia fines de marzo y principios de abril. El samurai había jugado bajo ese árbol cuando niño; y sus padres y abuelos y ancestros habían colgado en esas ramas, estación tras estación, durante más de cien años, brillantes tiras de papel de colores donde habían escrito poemas de alabanza. El samurai envejeció, a tal punto que sobrevivió a sus propios hijos, y nada le quedaba en el mundo digno de su amor, salvo ese árbol. Mas, ¡ay!, un incierto verano el árbol se marchitó y murió.
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http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/hearn/jiuroku.htm
Muchas gracias!!! precioso relato; no conocía como tal el migawari ni tatsu, “actuar como sustituto”.
ResponderEliminarAunque ya se sabe lo de " daría mi vida por ti..."