Kanshu Sunadomari, discípulo directo del Fundador, de quien recibió personalmente el 9º Dan en 1961, refiriéndose a unas palabras del propio O Sensei Ueshiba, se cuestiona en su libro “El Corazón del Aikido”:
“Me pregunto cuántos de los que practican aikido cada día en todo el mundo lo hacen para ayudar conscientemente a que fructifique el verdadero espíritu armonioso del universo. Por desgracia, me parece que la mayoría de los practicantes ni siquiera son conscientes de las palabras escritas del Fundador, y continúan practicando de un modo enfocado más a la destrucción física que a la armonía de la que él habló”.
De forma parecida, aunque algo más tímida, el propio Kisshomaru Ueshiba, se lamenta en “El Espíritu del Aikido”, de lo poco que se sigue (sobre todo, destaca, entre los propios japoneses) el verdadero mensaje, el significado profundo y esencial de las enseñanzas de su padre.
Es hora de dejar el comedimiento a un lado y llamar las cosas por su nombre al igual que lo hizo el mismísimo Morihei: “Un arte marcial en el que hay conflicto, ganar y perder, no es un verdadero budo”.
“El ‘aiki’ del que las artes marciales convencionales han hablado y el ‘aiki’ del que yo hablo son fundamentalmente diferentes tanto en esencia como en sustancia. Tengo la sincera esperanza de que ponderaréis esto detenidamente”.
“El aikido no es un arte de luchar usando la fuerza bruta o armas mortíferas, o el uso del poder físico o de armas mortíferas para destruir a los enemigos de uno, sino un modo de armonizar el mundo y unificar la raza humana en una sola familia. Es un camino de servicio que opera a través del espíritu del amor a Dios y de la armonía universal […]; el entrenamiento en aiki es el entrenamiento de la técnica divina. Empezad a poner esto en práctica y el poder del universo se manifestará, y vosotros estaréis en concordancia con el universo mismo”.
“El verdadero budo es masakatsu gakatsu katsuhayabi (verdadera victoria, auto-victoria, vencerse a sí mismo, vencer el ego) y, por tanto, nunca puede ser derrotado. En otras palabras, ser invencibles es no presentar oposición ni luchar. Ser victorioso es vencer sobre el conflicto que reside en nuestro propio corazón, derrotando el impulso de luchar con otros; y desempeñar y completar la misión que Dios nos da”.
Estos y otros pasajes, reproducidos en “El Corazón del Aikido” están sacados del segundo número del boletín: “Aikido Shimbun”. Uno de esos boletines llevaba por título: “Poniendo en práctica la resonancia de la estructura universal”, y en él, el Fundador decía cosas como esta:
“Absorbe plenamente la resonancia del espíritu universal en tu cuerpo y en tu mente, y vincúlate armoniosamente con ella. La proliferación de esta actitud armonizará los corazones de las gentes del mundo. En otras palabras, conecta mediante la armonía y la unificación. No hace falta añadir que esto significa eliminar la guerra, la lucha y el conflicto. Todo es musubi, vincular y conectar mediante la armonía; esto es aiki”.
Si nuestra práctica no va dirigida a resolver el conflicto interno de la desarmonía, sino orientada a la lucha, a la oposición, a la dominación física y/o síquica por medio de la fuerza, si lo que pretendemos es conseguir técnicas destructivas, si buscamos el dominio egoísta de las técnicas físicas, NO ESTAREMOS PRACTICANDO AIKIDO. La defensa personal, o cualquiera otra consideración del orden que sea: contundencia, eficacia combativa; capacidad de respuesta ante una agresión, (incluso si se plantea dicha respuesta sólo en caso de darse una agresión, argumentando la necesidad de defenderse ante un ataque), forma física, plasticidad..., que hagamos del aiki, nos lo cuente quien nos lo cuente, sea un neófito o un 10ºDan,
¡NO SERÁ AIKIDO!
El aikido, según las palabras de Ueshiba Sensei, es un camino de servicio, de ser-vi-cio. Cualquier consideración egoísta está fuera de lugar en su práctica. Hay que limpiar nuestro propio ki con el entrenamiento diario en el musubi, con la entrega generosa a la armonía. Entrenamos para aprender a servir, no para controlar, dominar o vencer. Ni siquiera hemos de permitirnos experimentar interiormente estas sensaciones cuando estamos en el tatami y comprobamos que nuestra técnica se hace más poderosa y “eficaz”.
Si miramos la vida libre de esos condicionamientos de lucha y competencia, si la afrontamos contemplándola con los ojos de la armonía y el amor, con toda seguridad, la inmensa mayoría de las circunstancias, aparentemente hostiles, se resolverán sin necesidad de conflicto. Es más, si el conflicto, si la lucha deviniese inevitable y la afrontásemos limpiamente, sin influencia del ego, dejándonos llevar física, síquica y espiritualmente por musubi, dejaría en realidad de ser lucha y conflicto por estar obedeciendo las leyes universales. Así pues, Aikido es entregarse a la corriente de la armonía. En su práctica, en la práctica del Takemusu Aiki, se hace imprescindible comprender, aceptar y desplegar esta idea.
Las palabras del Fundador que llevan a Sunadomari a hacerse la pregunta con la que empezamos este escrito son:
“Todas las cosas de la tierra son una función del amor universal; por tanto, el espíritu universal es la verdadera unificación y armonía de todas las cosas. Cada persona debe esforzarse por realizar y llevar a cabo esta misión. El aikido es el camino que lleva a la fructificación del verdadero espíritu de armonía universal”.
¡No sólo hemos de practicar aiki, musubi, en el dojo, hemos de traspasar los límites psicofísicos de sus cuatro paredes y hacer del mundo, del universo entero, nuestro dojo! Todo está en armonía, ¡es armonía!, y nuestro fin como seres humanos es no entrar en disonancia con ella, sino, servir a su consecución. Limpiar nuestro ki interior, nuestra energía, dirigiéndola hacia el amor y la concordia, en lugar de al conflicto. Musubi es también misogi. Hemos de ser constantes en esto, es para toda la vida ¡Shugyo!
Fuente: extraido del Artículo de Mi Maestro Lucio Álvarez Ladera: REALIZAR SHUGYO
Gracias por compartir estas palabras inspiradoras.
ResponderEliminarHace muy poco que practico Aikido y aún hoy me sorprendo pensando cuán eficaz será esta técnica o aquella... Sé que el objetivo no es ese y, aunque ya he creído percibir facetas (sólo facetas) de lo que Aikido es, resulta duro y difícil aplicar lo aprendido en todo momento. Quiero creer que esto es normal al principio y que con el devenir del tiempo me iré desprendiendo de estos pensamientos y sustituyéndolos con otros más dignos, menos egoistas.
Espero poder continuar con la misma ilusión de estos primeros momentos (especialmente si cuento con apoyos como este blog y tu amistad).
Muchas gracias!!