Técnicas del Doshu a cámara lenta :
- Jo dori
- Hammi han Dachi -
- Taninzu Dori...
Los movimientos en Hammi han Dachi, uff... pues no me queda "ná"....
El entrenamiento y la disciplina comunes a todas las Vías, marciales o culturales, se compone de tres niveles de maestría: físico, psíquico y espiritual. En el plano físico lo esencial del entrenamiento consiste en el dominio de la forma (kata).
El maestro proporciona una forma modelo y el alumno observa cuidadosamente y la repite numerosas veces, hasta que la interioriza completamente. No se habla ni se dan explicaciones, y el peso del aprendizaje recae sobre el alumno.
En el máximo grado de dominio de la forma, el alumno es liberado de la fidelidad a la forma. Esta liberación ocurre a causa de los cambios psicológicos internos que tienen lugar desde el mismísimo comienzo. La tediosa, repetitiva y monótona rutina del aprendizaje pone a prueba el compromiso y la fuerza de voluntad del alumno, pero también corrige la obstinación, controla la voluntariedad y elimina los malos hábitos corporales y mentales. En el proceso comienzan a emerger su verdadera fuerza y su verdadero carácter y potencial. La maestría espiritual es inseparable de la maestría psíquica, pero sólo comienza tras un intensivo y largo período de entrenamiento.
La clave de la maestría espiritual reside en el hecho de que el yo abandone su ego. En las artes marciales y culturales, la libre expresión del yo se encuentra bloqueada por el propioego. En la Vía del sable, el dominio de la postura y la forma, por parte del alumno, debe ser tan absoluta que no exista apertura (suki) por la que pueda entrar el adversario. Si hay apertura es el propio ego quien la crea. Uno se vuelve vulnerable cuando deja de pensar engañar, en perder, en cobrar ventaja, en impresionar o en ignorar al adversario. Cuando separa la mente, aunque sólo sea por un instante, el cuerpo se paraliza y se pierde el movimiento fluido y libre.
Por último, la maestría física, la psíquica y la espiritual son una misma cosa. El yo sin ego es abierto, flexible, dúctil, fluido y dinámico en cuerpo, mente y espíritu. Al no tener ego, el yo se identifica con todas las cosas y con toda la gente, viéndolos no desde una perspectiva centrada en sí mismo, sino desde los propios centros de los demás. En un círculo de contorno ilimitado cada punto se convierte en el centro del universo. La capacidad de ver toda la existencia desde una perspectiva no centrada en uno mismo es primordial en la identidad Shinto con la naturaleza y constituye también lo que el Budismo llama sabiduría, que en su más alta expresión no es otra cosa que compasión.
En el máximo grado de dominio de la forma, el alumno es liberado de la fidelidad a la forma. Esta liberación ocurre a causa de los cambios psicológicos internos que tienen lugar desde el mismísimo comienzo. La tediosa, repetitiva y monótona rutina del aprendizaje pone a prueba el compromiso y la fuerza de voluntad del alumno, pero también corrige la obstinación, controla la voluntariedad y elimina los malos hábitos corporales y mentales. En el proceso comienzan a emerger su verdadera fuerza y su verdadero carácter y potencial. La maestría espiritual es inseparable de la maestría psíquica, pero sólo comienza tras un intensivo y largo período de entrenamiento.
La clave de la maestría espiritual reside en el hecho de que el yo abandone su ego. En las artes marciales y culturales, la libre expresión del yo se encuentra bloqueada por el propioego. En la Vía del sable, el dominio de la postura y la forma, por parte del alumno, debe ser tan absoluta que no exista apertura (suki) por la que pueda entrar el adversario. Si hay apertura es el propio ego quien la crea. Uno se vuelve vulnerable cuando deja de pensar engañar, en perder, en cobrar ventaja, en impresionar o en ignorar al adversario. Cuando separa la mente, aunque sólo sea por un instante, el cuerpo se paraliza y se pierde el movimiento fluido y libre.
Por último, la maestría física, la psíquica y la espiritual son una misma cosa. El yo sin ego es abierto, flexible, dúctil, fluido y dinámico en cuerpo, mente y espíritu. Al no tener ego, el yo se identifica con todas las cosas y con toda la gente, viéndolos no desde una perspectiva centrada en sí mismo, sino desde los propios centros de los demás. En un círculo de contorno ilimitado cada punto se convierte en el centro del universo. La capacidad de ver toda la existencia desde una perspectiva no centrada en uno mismo es primordial en la identidad Shinto con la naturaleza y constituye también lo que el Budismo llama sabiduría, que en su más alta expresión no es otra cosa que compasión.
Esta forma de pensar es la esencia de todas las Vías marciales y culturales en la tradición japonesa.
El aikido es una formulación moderna de esta esencia, perfeccionada por el genio del Maestro Morihei Ueshiba (1883-1968).
Fuente: Extracto de la Introducción escrita por TAITETSU UNNO en el "Espíritu del Aikido"
Fuente: Extracto de la Introducción escrita por TAITETSU UNNO en el "Espíritu del Aikido"
Uff... Me canso nada más ver el hammi han dachi... El otro día estuvimos practicándo y terminé molido... Muy duro y a Kissomaru Ueshiba Sensei parece que no le costaba... Efectivamente, ¡anda que no nos queda camino que andar!
ResponderEliminarMuchas gracias por compartirlo!!
La verdad es que con el tiempo nos damos cuenta la importancia de entrenar en "sikko". Por otra parte a mi me gustan estos vídeos porque ayudan a tener un punto de referencia respecto al supuesto nivel que cada un@ se cree tener...Cuando los grandes entrenan más de ocho diarios...¿qué esperamos obtener nos nuestras pocas horas semanales?.
ResponderEliminarAún así, lo intentamos y nos esforzamos...eso está muy bien también...
Gracias JR por venir