"Me siento agradecido por lo que soy y tengo. Es sorprendente cómo uno puede darse por contento con nada en concreto, sólo con un sentido de la existencia. Me río cuando pienso en mis vagas e indefinidas riquezas. Mi “banco” nunca podrá agotarlas, porque mi riqueza no está basada en las posesiones sino en el disfrute de la vida".
Son palabras de H.D. Thoreau, de hace más de un siglo. Es el autor de "Walden", su obra relatando sus avatares cuando se fue a vivir solo a una cabaña en el bosque (después Skinner escribiría "Walden II", basándose en esta obra.)
Cubiertas las necesidades básicas, las posesiones y el dinero no traen más felicidad. Son el contacto social, la colaboración, la comunión de las mentes, de las almas, lo que trae felicidad y dicha.
En “Los vagabundos del Dharma”, Kerouac cuenta como él y sus amigos se equipaban por unos pocos dólares en los almacenes del Ejército de Salvación y pertrechados con sus mochilas se encaminaban a las montañas donde pasaban días bebiendo té, charlando y mirando las estrellas. Él predijo una revolución de las mochilas. La mochila es un símbolo y yo puedo ver la mía desde la cama, colgada de una percha, siempre dispuesta para salir en tres minutos camino de cualquier lugar del mundo.
La letra de la canción “Raindrops keep falling on my head”, de “Dos hombres y un destino”, compuesta en 1969 por Hal David y Burt Bacharach, dice así:
“Raindrops keep fallin' on my head
But that doesn't mean my eyes will soon be turnin' red
Cryin's not for me
Cryin's not for me
'Cause I'm never gonna stop the rain by complainin'
Because I'm free Nothin's worryin' me
It won't be long till happiness steps up to greet me”
Más o menos:
Las gotas de lluvia siguen cayendo sobre mi cabeza,
Pero eso no significa que mis ojos se pondrán rojos por llorar,
no voy a parar la lluvia por mucho que me queje;
Porque soy libre y nada me preocupa,
No pasará mucho hasta que la felicidad vuelva a saludarme.
Así es, así lo creo.
Son tiempos difíciles y es fácil entristecerse y dejarse llevar por la depresión oyendo las noticias mientras anochece un día y otro y otro, en este largo invierno, pero deberíamos abrir el campo de visión e intentar mirar las cosas con ojos nuevos, sin comparar con lo que tuvimos, sin añorar la forma en la que estábamos malgastando nuestros recursos y, tal vez, nuestras vidas.
No hace falta estrenar ropa cada mes; no es necesario recorrer el planeta para exhibir las fotos en el muro de facebook como si fueran trofeos de caza; no es indispensable un chef famoso que reconstruya los alimentos para comer bien rodeado de amigos; no es imprescindible cambiar de coche cada cuatro años; un coche dura toda la vida. Antes el padre se lo dejaba al hijo y el coche era como uno más de la familia, hasta se le ponía nombre. Podemos prescindir de muchas cosas; y podemos recuperar, o adoptar por primera vez, muchas otras, gratis e infinitamente mejores.
Telefonea a tu amigo; escribe a tu primo, ese al que no ves desde la niñez. Invítale este verano a tu casa, que te presente a su mujer y a sus hijos; cenad juntos, contaos cosas de cuando jugabais juntos en la playa de Torremolinos. No esperes a que se acabe la crisis, a que el tiempo pase, nada vuelve a ser lo que fue. Se feliz hoy.
Fuente: mi compañero aikidoka José AS Samiñán.
Muy buena reflexión gracias Jesús. Realmente tenemos tanto por estar agradecidos y no nos damos cuenta.
ResponderEliminarHola Carina,
ResponderEliminarte agradezco tu fiel dedicación a pasarte por aquí unos minutos.
Si, hemos de agradecer muchas cosas ... entre ellas, habernos conocido :)
Un abrazo