En el Aikido (*) el silencio puede interpretarse de dos formas:
Al tener la mente limpia y dedicada en el entrenamiento dentro del dojo podemos decir que tenemos una mente en silencio, libre de ruido que distorsionen nuestra técnica y nuestra disposición a entrenar. El silencio mental no es la ausencia de todo pensamiento, es la concentración plena en el entrenamiento.
Cuando queremos terminar la técnica antes que nuestros compañeros, patear más alto, golpear más duro eso nos dará como resultado una técnica “ruidosa”, movimientos que no se entienden, técnicas sin terminar, agotamiento... desgaste...
Un pensamiento humilde es un pensamiento silencioso.
El otro tipo de silencio es en la técnica misma.
El silencio al entrenar no es la ausencia de movimiento o una actitud de descanso. Si no la correcta disposición para entrenar. El hecho que sientas que no sabes o que no puedes completar cierto ejercicio o técnica no necesariamente se sobrepasa dejando de hacer el movimiento. Aún cuando te resulte dificultoso es mucho mejor intentar ejecutar una técnica que simplemente quedarse quieto sumido en el pensamiento “yo no puedo”.
El silencio en la ejecución de la técnica es el espíritu atento, o “Zanshin”. Entre técnica y otra uno sigue en entrenamiento. Quedarse de pie en una posición “cómoda” no es entrenar. El Zanshin debe evidenciarse en toda la práctica. Al terminar un técnica o en el momento de esperar una orden de nuestro sensei.
Sensei lo llama espíritu.
Cuando él nos llama en forma de aliento nos dice fuerte: “¡Vamos! ¡Espíritu!” Sabemos que quiere decir que entiende que estamos cansados, pero nos pide marcialidad, nos pide respirar para que el cansancio decante, nos pide estar a la altura del momento para que después del sufrimiento de hoy, mañana el cuerpo haya aprendido, la técnica evolucione a la pureza y que el espíritu sea humilde, silencioso.
(extraído del texto Diario de un Budoka III)
(*) en el texto original se refiere al Karate-Do
Fuente: AFAMADRID
No hay comentarios:
Publicar un comentario